ACCIÓN 005

La noche de las ataduras y amordazamientos fue la más excitante, nunca me había preocupado tanto por respirar tanto como esa noche, abusé de la sensibilidad de mi pene. Primero la até a ella boca debajo de pies y brazos a cada uno de los cuatro extremos de la cama, y así indefensa a mi voluntad abusé de ella, metí una almohada debajo de su monte de Venus para que su dulce agujero quedara expuesto y fácil de penetrar y por ahí me metí, tocándole todo su interior produciéndole un gran dolor, sentí como si le hubiera herido el útero y recogido sus ovarios, así jodí con ella un buen rato.
Luego la desaté pesando que estaba inconsciente, pero no simplemente tenía largos lapsos de tiempo en que no respiraba, concentrada sólo en el placer.
Cuando ella recuperó un poco su compostura nos dispusimos a un excelente 69 en el cual nos mamamos mutuamente hasta que nuestro fluidos inundaron la cama, y digo literalmente inundaron porque me vine como nunca lo había hecho, pensé que no me iba a quedar semen para el resto de los días o por una semana; ella tampoco se quedó atrás, que impresionante es ver a una mujer venirse a chorros y esta era bien potente. Quitamos sábanas y seguimos a colchón pelado, ella me ató boca arriba también de las cuatro extremidades, y cabalgó como valkiria sobre mi pene, tragándoselo todo con su vagina, que cuadro tan lindo ver a una niña gozando tanto con un placer aparentemente de adultos, un placer casi pecaminoso, sexo sucio y ella de apariencia pura e inmaculada, pero se comportó a la altura, como una buena jodedora.
Me volví a venir, pero no a cantidades como antes, yo mismo me sorprendí al venirme pensé que no iba votar nada, pero ella no me desató, me lo empezó a mamar con tal potencia que yo no aguantaba, estaba bastante sensible me dolía el glande y ella lo seguía succionando hasta que la sensación me cortó la respiración y esta vez era yo quien se quedaba medio inconsciente.